Ser cuentista no es
un oficio fácil, aunque sí es un deleite obsesivo. Esto lo sabe muy bien Arturo
Flores, pues, ¿cuántas noches no se habrá pasado en vela, lleno de fiebres y
delirios, buscándoles un destino hecho de sorpresas, de derechazos directos a
la zona hepática, a sus asombrosos, tiernos y terribles personajes? Cuentos de hadas para no dormir son historias sabrosas, divertidas y
aterradoras, pero que al final se cobran con creces la cuenta pendiente de la
creación. Abrir las puertas herrumbrosas que nos arrojan a esas realidades
paralelas que bullen en la imaginación de Arturo, tiene su precio. Sí, no es
nada fácil cargar con la pesada cabeza
de Santa Claus en la mochila y además llevarla a la escuela para mostrarla como
prueba de si existencia a las chicas descreídas y burlonas. Vaya paradoja. Más complicado
aún será estrellarse en pleno Viaducto Tlalpan con un dragón monstruoso,
mientras el recuerdo despechado de la nada se nos incrusta en el abdomen junto con
los restos retorcidos de nuestro automóvil. Al abrir las páginas de este libro,
veremos los alienígenas, los vampiros parvularios o las niñas que juegan con
cadáveres de ratones con los que Arturo Flores tiene que lidiar en sus noches
de insomnio. Pero a esta pesada carga, el autor responde con una sonrisa
socarrona y nos comparte sus pesadillas con un sentido del humor tan ácido que hace
que la densidad molecular de sus criaturas abrumadas se vuelva de vapor,
liviandad y deleite. Asómese, pues, a estas páginas y pase noches enteras con
los ojos abiertos y una risilla en los labios.
Armando Vega-Gil
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