Nuevos fragmentos literarios

miércoles, 4 de marzo de 2009

El enigma de Carmen - Eduardo Osorio

El enigma de Carmen (Diálogos para su réquiem)

En la línea argumentativa que trazaron autores como Thompson, Chandler y Hammett —diálogos cortantes, frases descriptivas, personajes con conductas erráticas—, Eduaro Osorio nos presenta una novela que nos hace rememorar lo mejor del género negro: una visión catastrófica —pero real— del mundo y de la sociedad, en donde todos podemos ser culpables.
La doctora Carmen Dultzin, reconocida ambientalista, es hallada muerta en su departamento. ¿Quién es el asesino? ¿El ex marido, eminente diplomático? ¿El portero del edificio, ex guerrillero y ex presidiario? ¿O pudo ser alguno de sus amantes, un juez, un joven diseñador, un ex diputado, entre otros?
Una historia inmersa en un universo caótico, cruel, violento, en donde los personajes resultan viciosos, autodestructivos, intentando conocer por aproximaciones —sólo cuando alguien muere descubrimos que nunca lo conocimos, Eric Berne dixit— quién fue Carmen: un enigma superior a quien la mató.
(Tomado de la cuarta de forros)

Fragmento

5. CRIMEN PERFECTO

LOS AMORES DE CARMEN concluían en un crimen perfecto: después de aquella parranda que alcanzó el alba de Garibaldi, ella, con su déjà vu pasmoso tras la sonrisa inocente, , comentó que el antropólogo no era el único amante suicida, ni sería el último que muriera por ella. "De todos los que amenazan morir por mis huesitos, pocos cumplen su promesa". Momentos del amor que dice y escucha todo, para retornar después, en instantes de reproche, cuando impera el odio. Frases impensadas las de ella; cáusticas, frías, que oscilaban entre amargura risueña y banalidad atormentada, sopesando por rutina la resistencia del macho.
—¡Fíjate, pendejo!
Contra la costumbre, no respondió al insulto del taxista y con excesiva cautela estacionó el Peugeot color vino a las afueras de una discoteca de neón y cristales que disimulaba un prostíbulo estruendoso. Le urgía sacudirse aquel aturdimiento que anieblaba sus sentidos. Le apremiaba dominar el nuevo escenario de vida y encontrar detalles rotundos para comprender la tragedia. Sin embargo, el bombardeo de noticias sobre el asesinato de la doctora Carmen Dultzin empezaba a diluírse entre días lluviosos y catástrofes propias de la temporada. El rumbo de las pesquisas policíacas erraba como el gato desconcertado por una hembra que ha cancelado sus efluvios carnales a causa de la preñez. (p. 32)

Osorio, Eduardo, El enigma de Carmen (Diálogos para su réquiem), Instituto Mexiquense de Cultura, 2008. Colección Cruce de Milenios


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